Por German Loyaga Aliaga, periodista especializado en economía
Uno de los mayores y más grande problema, sino es el mayor, que afronta el Estado, es la prevención, sobre todo en temas vinculados a lo que concierne a un megasismo, tsunami, huaicos, que si bien es cierto no se pueden predecir, pero si se puede prevenir el impacto que estos ocasionarían en la población y por ende el país.
Desde hace varios años atrás, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha venido advirtiendo de la probabilidad de un megasismo y tsunami que se produciría en la ciudad de Lima con una magnitud 8.8 Mw a más y a una profundidad de 35 km, que es coincidente con la opinión del destacado ingeniero peruano Raúl Delgado Sayán, miembro del directorio de asesores de la Facultad de Ingeniería de la Georgia Tech de los EE.UU. de Norteamérica, dicho sea de paso tanteada en el 1er. lugar en Ingeniería Civil en los Estados Unidos de Norteamérica.
Megasismo y tsunami
A juicio del IGP y del prominente ingeniero peruano, el megasismo tendría consecuencias inimaginables para el país, pues se considera que sería 16,000 veces más potente que el movimiento telúrico de grado 6 que sucedió en Lima en junio del año pasado y 8 veces más potente que el sismo de 8.2 ocurrido en Alaska en julio del 2021. Pero además de ello, vendría acompañado de un tsunami, al igual que el sismo ocurrido en 1746, con una ola de alrededor de 15 mts con un tiempo de arribo de entre 15 a 20 minutos.
De acuerdo al ingeniero Delgado Sayán, en un estudio efectuado por la Universidad de Cambridge a través de Judge Business School por encargo de la Reaseguradora Lloyds de Londres en un horizonte 2015-2025, concluye que para el sistema reasegurador mundial la ciudad de Lima es calificada como la ciudad Nº 1 de mayor riesgo sísmico del mundo, con una probable pérdida material de US$36,000 millones, sin considerar los efectos que acarrearía el tsunami. Este representaría casi el 73% del presupuesto asignado para el 2022.
Cinturón de Fuego del Pacífico
El llamado Cinturón de Fuego del Pacífico o también conocido Anillo de Fuego del Pacífico, es una de las zonas de subducción (Proceso por el que una placa litosférica oceánica se hunde bajo otra placa, ya sea oceánica o continental), que se encuentra ubicada en las costas del Océano Pacífico cuya característica principal es que concentra algunas de las regiones sísmicas y volcánicas más importante del mundo.
En esta zona se ubican países como Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, El Salvador, Japón, Taiwan, Malasia, Singapur, Tonga, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelandia, entre otros. En el Cinturón de Fuego del Pacífico ocurre el 90 % de la actividad sísmica del planeta y concentra muchos volcanes en actividad.
Según el doctor Hernando Tavera, presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú, en una región donde siempre ocurren sismos y erupciones volcánicas, lo más raro y preocupante que puede suceder es que nunca ocurran sismos y erupciones, extrañarse de ello significa que no conocemos que ambos procesos son parte de la vida cotidiana de la Tierra, y que han ocurrido y seguirán ocurriendo por millones de años.
Igualmente señala que el hecho que la población reaccione ante este tipo de noticias vuelve a poner sobre la mesa una tarea pendiente: lograr que las sociedades adquieran una real cultura de prevención.
Acantilados Costa Verde
La Costa Verdeconstituye la zona de mayor riesgo ante un posible megasismo en la capital, por lo que se ha planteado la construcción de andenería en los acantilados, así como ‘muros pantalla’ para evitar deslizamientos.
En este sentido el ingeniero Raúl Delgado Sayán propone un proyecto de reforzamiento de los acantilados, con un muro previsto para la contención tanto del acantilado, como de parachoque, para la masa de agua que vendría posteriormente, en caso de un tsunami. Esto es un muro de 18 metros de altura con anclajes de 40 metros de longitud hacia el interior del acantilado, que le daría una suerte de aguante para evitar la caída integral del acantilado.
El proyecto desarrollado, según ha señalado el alcalde Lima se encuentra en el MEF descansado el sueño de los justos.
Machu Picchu Pueblo
En abril del 2010 el pueblo de Machu Picchu (Aguas Calientes) sufrió la caída de un huaico de considerable magnitud, que provocó la muerte de 11 personas y generó pérdidas del orden de US$236 millones de dólares, US$100 millones de dólares en pérdidas de infraestructura; y quedando aislados unos 2,500 turistas que tuvieron que ser evacuados en helicópteros.
Hace unos días, el 21 de enero de este año 2022, volvió a ocurrir exactamente lo mismo, señaló el presidente de la Sociedad de Hoteles del Perú (SHP), José Enrique Koechlin von Stein, pero en esta oportunidad, como mencionó el alto directivo hotelero tuvieron suerte, que por lo menos se abrió el cauce para que pudieran evacuar más rápido.
El presidente de la SHP resaltó que Machu Picchu es el magneto del Perú para el turismo en Sudamérica y uno de los íconos que se abren en el mundo, lo que significa que el turismo en el Perú depende de Machu Picchu.
Desde el año 2010, ha sido presentados esta situación ante los distintos ministros del Mincetur que han ocupado dicha cartera ministerial, sin haber conseguido nada. Además, ahora hay una propuesta con estudios terminados para ser ejecutados, que se encuentra también en el MEF.
Pasividad gubernamental
En líneas generales, proyectos de gran envergadura como la defensa de los Acantilados de la Costa Verde, obras para prevenir caídas de huaicos en el pueblo de Machu Picchu, obras de infraestructura para reforzar edificios importantes de Lima ante la ocurrencia de un megasismo, siguen esperando la paciencia del Estado, mientras este sigue desojando margaritas.
Y es en sentido que, parafraseando a William Shakespeare, en su obra Hamlet, podemos decir “Prevenir o lamentar, he ahí el dilema”… del Gobierno. Pareciera que los gobiernos de turno, incluido el actual, estarían esperando que suceda un megasismo con tsunami o caiga un huaico a la entrada de la mayor atracción turística del Perú, para que recién actúen, lo cual es inconcebible, porque no solo esta en juego la vida de millones de personas, sino también la infraestructura y la economía del país.