Por German Loyaga Aliaga, periodista de economía
Desde el 31 de mayo pasado, día en que se desarrolló el último Simulacro Nacional Multipeligro, nadie ha vuelto a comentar sobre la posibilidad que ocurra un megasismo. Pareciera que esta eventualidad no es tan importante para las autoridades gubernamentales, podría ser porque el escenario político domina la coyuntura. Y la verdad que eso es preocupante, pues vivimos sobre una bomba de tiempo que podría estallar en cualquier momento con resultados catastróficos.
El Perú se ubica en el Círculo de Fuego del Océano Pacífico, que concentra el 85% de la actividad sísmica mundial y el 75% de los volcanes del planeta. Además, en esta zona -compartida por los países de América del Norte, Centro, Sur, Asia y Oceanía- se ha producido el 81% de los sismos más potentes. En esta área, las placas de la corteza terrestre se hunden varios centímetros por año y acumulan enormes tensiones que se liberan en forma de sismos.
Hay que recordar que hace 275 años (en 1746, para ser exactos) ocurrió un terremoto acompañado de tsunami que inundó el Callao. Una ola de, aproximadamente, 20 metros de altura penetró más de 5 km el principal puerto del país, destruyendo todo a su paso. Ese sismo es considerado la mayor catástrofe que ha sufrido Lima y el Callao, y el segundo sismo en la historia del Perú.
Estamos advertidos
Desde hace varios años, el ing. Raúl Delgado Sayán, experto en temas de infraestructura, ha venido advirtiendo del peligro de la ocurrencia de un megasismo con tsunami en Lima y Callao debido al prolongado silencio sísmico de 275 años, y que podría suceder en cualquier momento. Esa advertencia ha sido reiterada a través de artículos publicados en diversos medios de comunicación, entrevistas radiales y televisivas.
A esa alerta se suma la que ha venido señalado igualmente desde hace varios años el presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera Huarache, quien ha indicado que, en la costa central del Perú, que incluye Lima, se está acumulando una deformación desde hace más de 275 años, que sufriría sismos de gran magnitud, pero también están en riesgo Áncash, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna.
Asimismo, Tavera ha señalado que el Perú es un país altamente sísmico, y se tiene que entender que estos eventos no entienden de pandemia, simplemente ocurren cuando tienen que ocurrir, y hay que estar preparados para afrontarlos.
De la misma forma, el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres, adscrito al Ministerio de Defensa (Cenepred), que se encarga de proponer el contenido de la Política Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, también ha hecho la advertencia a través de diversos documentos, entre ellos “Escenario de riesgo por sismo de gran magnitud seguido de tsunami frente a la costa central del Perú” y “Escenario de riesgo por sismo y tsunami para Lima y Callao”, entre otros documentos.
Y también lo estipulado en la Política de Estado 32 Gestión del Riesgo de Desastres, aprobado en el Acuerdo Nacional, mediante el cual el Estado se compromete a promover una política de gestión del riesgo de desastres, con el fin de proteger la vida, salud e integridad de las personas; así como el patrimonio público y privado, promoviendo y velando por la ubicación de la población y sus equipamientos en las zonas de mayor seguridad, reduciendo las vulnerabilidades con equidad e inclusión, bajo un enfoque de procesos que comprenda: la estimación y reducción del riesgo, la respuesta ante emergencias y desastres y la reconstrucción.
Bomba de tiempo
El ing. Delgado Sayán ha señalado que estamos expuestos y que, tanto la ciencia como la tecnología mundial, y del Perú, han alertado sobre el riesgo extremo en que se encuentran Lima y Callao y que implica un inevitable megasismo y tsunami, que podría repetir lo ocurrido en 1746, y que según el Instituto Geofísico del Perú, con el respaldo de otras instituciones, ha expresado que sería de cuando menos de magnitud 8.8 megavatio a 35 km de profundidad y que liberaría una energía aproximadamente de 239 millones de toneladas de dinamita o más o menos 16,000 bombas atómicas, como la de Hiroshima.
Asimismo, el destacado experto en infraestructura, en un artículo publicado en un medio especializado en construcción, ha mencionado que un estudio elaborado por el sistema reasegurador mundial Lloyds de Londres y encargado a la Universidad de Cambridge para un horizonte 2015-2025 señala a la ciudad de Lima como la de mayor riesgo mundial sísmico en términos de su PBI, con una probable pérdida material de US$36,000 millones, sin considerar el probable tsunami.
Agrega en su artículo Delgado Sayán, que vale la pena tener también presente que el conjunto urbanístico de Lima y Callao, habitado por más de 10 millones de personas, significan cerca del 50% del PBI peruano y 32% de la PEA, y es donde físicamente se recauda alrededor del 87% de impuestos por ingresos ordinarios más otros ingresos, constituyéndose además en el principal motor y centro laboral de producción y consumo del país.
Riesgo muy alto
De acuerdo con lo señalado en el documento “Escenario de Riesgo por Sismo y Tsunami para Lima y Callao” del Cenepred, de diciembre 2020, los resultados generales arrojan que el 76% de la población total de las provincias de Lima y Callao se encuentra con nivel de Riesgo Muy Alto; es decir, 7’073,121 de personas. Asimismo, el 23% con Riesgo Alto, que equivale a 2’148,083 de personas; y el 1% restante con Riesgo Medio, que significa que 77,241 personas se encuentran en esta situación.
Igualmente, el documento detalla que, debido a su ubicación, el Perú ha experimentado algunos de los más grandes tsunamis ocurridos en el mundo. Según la base de tsunami tomada de la National Geographic Data Center (NGDC) Tsunami Database, son cuatro los grandes tsunamis que han afectado las costas peruanas y que han sido registrados también en otros países (Cismid & UNI, 2010).
Acantilados de la Costa Verde
En lo referente a los acantilados de la Costa Verde, el ing. Raúl Delgado, señaló que son una defensa muy importante frente a un tsunami, pero hay que saber cómo usarla, ya que actúa como protección de la ciudad, y funciona como un “parachoque”. Sin embargo, precisó, que esta zona es inestable para estas estructuras naturales, por lo que se requiere reforzar los acantilados contra un megasismo y tsunami.
Es importante puntualizar que, según el Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid), actualmente existen más 85 edificios de más de 10 pisos sobre los acantilados de la Costa Verde, que constituyen una suma importante que pone en riesgo la seguridad de los pobladores limeños.
Igualmente, el Cismid detalla que la Costa Verde estaría soportando más de 2,8 millones de toneladas sobre el acantilado, pero además, añade dicha institución, los Acantilados de la Costa Verde pueden tener diversas causas por las que ante un posible terremoto edificios, infraestructuras y peatones se verían afectados y caerían.
Proyecto de Salvamento
A decir de Raúl Delgado, los acantilados de la Costa Verde constituyen la zona de mayor riesgo ante un posible megasismo en la capital, por lo que se ha planteado la construcción de andenería en los acantilados, así como ‘muros pantalla’ para evitar deslizamientos. El destacado profesional ha propuesto un proyecto de reforzamiento de los acantilados, con un muro previsto para la contención tanto del acantilado, como de parachoque, para la masa de agua que la golpearía, en caso de un tsunami.
Detalló que el proyecto que ha desarrollado para la protección integral del talud y que está destinado a evitar deslizamientos profundos del acantilado, consiste en un muro pantalla inferior de concreto armado pegado al pie del talud, que no solo dará una mayor estabilidad a todo el talud ante sismos extremos, sino también impida la erosión y socavación del pie del talud en la eventualidad de un tsunami mayor.
El muro pantalla inferior estará fijado al cuerpo del talud con varias hileras de cables de anclaje de hasta 40 m de longitud cada uno, los cuales tienen una configuración especial con barras de acero en base a cables trenzados que son ingresados con un taladro, y a los últimos 10 m se le inyecta mortero para generar un bulbo resistente de anclaje que desarrolla su capacidad resistente más allá de un hipotético circulo de falla evitando que este se produzca.
Además de precomprimir el talud en dirección contraria a las fuerzas que generarían el desplazamiento, evitarían que este ocurra. Una vez que fragua este mortero en contacto con el suelo, a través de potentes gatas hidráulicas, se jalará cada uno de estos anclajes para generar la fuerza antes descrita de 100 toneladas por cada unidad de cable.
Por ser un proyecto de gran alcance, la Municipalidad Metropolitana de Lima y la Autoridad del Proyecto Costa Verde no lo pueden hacer, por lo que dicha obra debe ser ejecutada por el Gobierno Central por la magnitud de la inversión: se calcula la suma de US$400 millones. Según el exalcalde de Lima Jorge Muñoz, este municipio no cuenta con ese presupuesto, por lo que fue propuesto al Ejecutivo que lo canalizó a la PCM, y ahora se encuentra en ese estado sin haberse logrado hasta ahora resultado alguno.
¿Decidía o qué?
Es lamentable ver que los años pasen y ningún gobierno se halla preocupado por esta situación, peor ahora. Pareciera que estuvieran esperando que ocurra la desgracia para recién reaccionar, y no se tiene en cuenta que urge una política de prevención. O de pronto esperan que suceda tal desgracia para recién declarar en emergencia el país, y así, sin controles, se saqueen las alicaídas arcas del Estado.
Solo para recordar, la Constitución Política del Estado señala en su artículo primero: la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado; visto así qué esperan las autoridades gubernamentales para poner atención a esta situación.