Elevada congestión vehicular en Lima impacta negativamente en calidad de aire

El tráfico vehicular que experimentan los limeños todos los días, impacta negativamente en el medio ambiente. El año 2020, Lima se ubicó como la segunda ciudad con mayor tráfico vehicular de América Latina, a pesar que las medidas de restricción para la movilidad que se dictaron en el Perú con la intención de contener el contagio del COVID-19 fueron de las más severas y prolongadas del mundo.

De acuerdo al Índice de Trafico elaborado por la firma especializada TomTom, la capital peruana se situó en el segundo puesto a nivel regional, solo por detrás de Bogotá y en la ubicación 15 a nivel global, de un total de 416 ciudades. Los primeros cinco lugares de la región fueron completados por Recife, Rio de Janeiro y Santiago de Chile. En tanto, en el ámbito mundial, la ciudad con mayor tráfico fue Moscú, seguido de Mumbai en segundo lugar, y Bogotá en tercer lugar.

Durante el 2020, el tráfico limeño provocó en promedio que un viaje demore 42% más que cuando el tránsito es fluido, mientras que el 2019 dicho porcentaje fue de 57%, es decir el exceso de tiempo de un viaje causado por el tráfico se redujo.

El alto nivel de congestión vehicular observado en Lima, que como se mencionara, convierte a la capital peruana en la segunda ciudad con mayor tráfico de la región, tiene un impacto directo en la calidad de su aire.

Por otra parte, según la publicación de la firma privada IQAir denominada “2019 World Air Quality Report”, la que mide la calidad del aire de un número importante de países del mundo, utilizando como parámetro el indicador PM2.5, el Perú es el país, que en promedio, tiene el aire con la más baja calidad, comparado a otras naciones de América Latina. De acuerdo al referido ranking, nuestro país se ubica en la posición 33 a nivel global con una medida PM2.5 de 23.3 µg/m³ (micrómetros por metro cubico), por encima de los 10 µg/m³ recomendados en el estudio.

Del mismo modo, al analizar la calidad del aire por ciudades, Lima se ubica en el segundo lugar entre las capitales con peor calidad de aire de la región con un PM2.5 de 23.7 µg/m³ en el 2019. El ranking presentado en el reporte coloca a Santiago de Chile como la ciudad con la calidad de aire más deficiente con un PM2.5 de 27.7 µg/m³. Más atrás se ubican Cuidad de México (20.5 µg/m³), Sao Paolo (15.3 µg/m³), por mencionar algunos.

De otro lado, según el índice Air Quality Life Index (AQLI) publicación anual del Instituto de Políticas Energéticas de la Universidad de Chicago, más de la mitad de los 611 millones de habitantes de Latinoamérica están expuestos a niveles de contaminación del aire que superan las pautas de la OMS. En toda la región, la contaminación del aire reduce la esperanza de vida en un promedio de cinco meses, variando mucho según la ubicación. En la capital peruana, las personas pueden esperar perder un promedio de 4.7 años de sus vidas.

Diversos estudios advierten sobre la relación entre la contaminación ambiental y el transporte vehicular. Como se sabe, la quema de combustibles fósiles producido por los vehículos genera la emisión de partículas PM2.5 al medio ambiente, altamente contaminantes y dañinas para el ser humano. Más aún, nuestro país tiene ciertas particularidades que agravan la situación, como es la elevada antigüedad del parque automotor, admitiendo que circulen vehículos con baja eficiencia en el consumo de combustibles. Tenemos vehículos muy antiguos transitando por las pistas, con un tráfico que no es fluido, se alarga el tiempo de desplazamiento y la generación de partículas PM2.5 aumenta.

La electromovilidad como alternativa

El alto grado de contaminación incrementa la tasa de enfermedades respiratorias, y dichas afecciones son una de las principales causas de muerte en nuestro país. Por lo expuesto resulta imperativo tomar las medidas necesarias para empezar a cambiar dicha realidad. Algunas de las acciones a considerar son la renovación de la flota vehicular que circula por nuestras vías, la transición hacia un sistema de transporte que utilice fuentes de energía limpia, y el ordenamiento y rediseño general de nuestras vías, entre otras.

Respecto al primer punto, es necesario que las autoridades brinden los incentivos y el marco legal necesario para sustituir del parque vehicular las unidades de mayor antigüedad -más contaminantes y menos eficientes- por vehículos modernos, que cumplan estándares ambientales internacionales. Visto esto, la electromovilidad se presenta como una solución ideal y de largo plazo, ya que son unidades de nula o muy bajas emisiones, más seguros, eficientes y con menores costos operativos.

Finalmente, es importante destacar que la AAP ha presentado al Gobierno una propuesta de política nacional que promueve la electromovilidad; un plan con medidas orientadas a desarrollar su ecosistema y por tanto incentive la adquisición de estos vehículos, pero que requiere el apoyo del sector público para su desarrollo. Tema que toma mayor protagonismo, cuando recientemente el Presidente Castillo durante su participación en la 76 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, señaló que “los países que más contaminan deben cumplir imperativamente las obligaciones que han asumido.

El Perú asume la meta de convertirse en un país carbono neutral al 2050 y reducir la emisión de gases de efecto invernadero del 30 al 40% respecto de lo proyectado para el 2030”. Para quienes quieran conocer mayores detalles del contenido de las propuestas pueden acceder al documento completo en la página web de la Asociación Automotriz del Perú: https://aap.org.pe/