Jorge Alberto Zapata Rios
Presidente del Comité General de Obras de Edificaciones de CAPECO
A casi un año de la detección del primer caso de infección por Covid-19 en el país, mucha agua ha corrido bajo el puente. La consecuencia más trágica de la llegada del temible virus a nuestra patria ha sido sin duda las vidas que tempranamente arrebató a decenas de miles de compatriotas. Pero también nos ha dejado una economía fuertemente golpeada con cifras de pobreza en crecimiento y con un desempleo en niveles preocupantes.
El desenlace del traumático trance por el que venimos discurriendo por casi un año, nos ha colocado en una posición más que difícil y el lograr salir con buen pie de la crisis, exige mucha madurez, absoluta honestidad y una cuota de unión entre peruanos que ojalá los políticos y en particular aquellos llamados a gobernar a partir del 28 de julio, puedan mostrar y transmitir al resto de peruanos.
Una de las tareas prioritarias será la creación de empleo en números significativos y para ello un aliado estratégico en la consecución de este objetivo debe ser la construcción, tanto de infraestructura como de vivienda. En particular la edificación de una cantidad importante de viviendas, bajo el paraguas de un gran plan nacional de vivienda, aglutina varios objetivos en un mismo esfuerzo. Pues en efecto, como meta número uno, conseguiría que miles de peruanos puedan vivir en condiciones dignas, como número dos, generaría los miles de puestos de trabajo que hoy hacen falta, como número tres, dinamizaría la economía de forma rápida y como número cuatro, nos encaminaría por la formalidad que es otro de los problemas que con urgencia debe resolver el país. Pero, para hacer arrancar este gran plan nacional de vivienda, hay que previamente afinar varias piezas de este vehículo; es así que se requiere:
1.- Concluir rápidamente la elaboración de los planes de desarrollo urbano de las principales ciudades del país y de las ciudades intermedias.
2.- En paralelo se debe ir identificando el suelo urbanizable y creando la entidad pública necesaria que pueda sanear terrenos que hoy posee el estado y ponerlos en condiciones para el desarrollo de vivienda.
3.- Es necesario alinear las necesidades de subsidios y crédito de los peruanos menos favorecidos con las expectativas de la baca comercial y el rol promotor asignado al Fondo Mi Vivienda, a fin de que el acceso a la vivienda de estos sectores a través de la asignación de bonos y de la calificación al crédito pueda fluir. Para ello el estado tendrá que adecuarse a la realidad actual y asumir con más decisión coberturas de riesgo crediticio; así como dar facilidades a otras entidades financieras que puedan otorgar crédito a las familias que requieran adquirir una vivienda, es decir ampliar la competencia en el mercado hipotecario.
4.- Con los planes de desarrollo urbano concluidos, una vez identificadas las zonas de expansión se debe implementar un programa urbanístico que deje en condiciones lotes para la edificación de viviendas, es decir lotes con servicios de energía eléctrica, agua, desagüe, pistas, veredas, parques y demás equipamiento.
Un breve resumen de lineamientos para orientar un plan de vivienda, muestra que hay mucho trabajo involucrado para concretarlo, pero he ahí la clave para poder salir de la crisis con orden, beneficiando a millones de peruanos y en particular a aquellos más necesitados y que más han sufrido durante este último año. Pues: manos a la obra o como diría el poeta más universal que ha visto nacer esta tierra: “hay, hermanos, muchísimo que hacer”.